En este párrafo se nos comenta de que no debemos jurar en vano, ni aún así cumplir con lo que se debe. Si decimos "sí" es "sí" y si decimos "no" es "no", o sea cumplir con lo que predicamos y prometemos.
Es por ello de que cuando oramos no digamos "lo juro por mi cabeza, o por mis hijos" si vamos a hacer lo contrario,cuando oremos hablemos con el Padre y no ocupemos tanta palabreria en vano, si no hablemos con el corazón porque Él nos entenderá. Si fallamos no está del todo mal porque ningún hombre sobre la tierra es perfecto y uno si se desvia del camino o si se equivoca, abogado tenemos y el es Jesucristo, nos defenderá en el día del juicio (1 Juan 2:1-6), esto si defenderá a aquellos que lo conocieron realmente y guardaron sus mandamientos, buscando una vida como la que Él vivió en aquellos tiempos.
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